Las maravillas naturales que podríamos proteger con el Tratado de Alta Mar

Benjamin L. Jones / Unsplash

Actualizado el 2 de Junio de 2025

Por décadas, el océano nos ha protegido de los impactos de la crisis climática, absorbiendo el 90% del exceso de calor provocado por el calentamiento global. Es fuente de alimento y de recursos genéticos con los que se producen medicamentos como aquellos que combaten el cáncer. Y, por si eso fuera poco, millones de familias dependen del turismo y otras actividades económicas relacionadas con el mar para subsistir.

Pese a su importancia, gran parte del océano está desprotegida. Se trata de alta mar, las aguas internacionales que ocupan el 64% de la superficie total del océano, y que no están gobernadas por ningún país. Las medidas de gestión que sí existen por parte de ciertos organismos resultan en un mosaico de protecciones sin ningún mecanismo de coordinación.

Para llenar este vacío, en junio de 2023, los países de la ONU adoptaron formalmente un acuerdo para proteger la biodiversidad en alta mar, el cual necesita la ratificación de al menos 60 países para entrar en vigor.

El Tratado de Alta Mar —nombre corto para el Acuerdo sobre Conservación y Uso Sostenible de la Diversidad Biológica Marina de las Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ, por sus siglas en inglés)— plantea, entre otros aspectos, la creación y el manejo adecuado de áreas marinas protegidas (AMP) en alta mar, regiones que permitirían conservar y rescatar la rica biodiversidad albergada en el océano.

 

Protección a un costo muy alto

Además de absorber la mayor parte del exceso de calor del planeta, el océano absorbe casi el 30% de todos los gases de efecto invernadero, los cuales son responsables del cambio climático.

Esta protección natural le trae graves consecuencias. Al interactuar y absorber agentes contaminantes como el dióxido de carbono, el océano sufre de acidificación —fenómeno que reduce los niveles de calcio, sustancia necesaria para las conchas y los esqueletos externos de varias especies de fauna marina— y de pérdida de oxígeno, esencial para la vida bajo el mar.

Esos impactos afectan, en consecuencia, la provisión de alimentos y la generación de fuentes de empleo en rubros como el pesquero y el turístico.

Frente a los impactos de la crisis climática en los ecosistemas marinos, los gobiernos deben hacer mucho más para proteger el océano, empezando por ratificar el Tratado de Alta Mar, que establece un marco jurídico y un proceso claro para mantener su salud y resiliencia.

 

Maravillas naturales protegidas

A medida que la ratificación del Tratado de Alta Mar avanza, crece el interés de gobiernos y de la sociedad civil por sentar las bases para una mayor protección de alta mar.

Como parte de este impulso, se han identificado áreas de gran valor ecológico que podrían formar la primera oleada de protección una vez que el tratado entre en vigor. High Seas Alliance —una coalición de organizaciones de la que AIDA forma parte— ha resaltado 8 sitios prioritarios que podrían ser parte de esta primera generación de AMP, a los que ha llamado las Maravillas Naturales Ocultas del Mundo:

  • Las Dorsales de Salas y Gómez y de Nazca: En las profundidades de las aguas del Pacífico suroriental, estas dos cadenas únicas de laderas y cumbres submarinas están separadas de Sudamérica por las aguas de la corriente de Humboldt y el enorme abismo de la fosa de Atacama. Son hábitats críticos y corredores migratorios para al menos 82 especies amenazadas o en peligro de extinción, junto con muchas otras de importancia ecológica y económica.
  • El Domo Térmico: Cada año, en el Pacífico oriental tropical, los fuertes vientos estacionales empujan las aguas cálidas desde la costa hacia alta mar, donde se encuentran con aguas más frías arrastradas por las corrientes oceánicas. Esta interacción provoca un sistema único de afloramiento que hace que las aguas frías y ricas en nutrientes suban a la superficie del mar, beneficiando a muchas especies.
  • Montes Submarinos Emperador: Ubicada en el Pacífico norte, esta cadena de más de 80 montañas submarinas se extiende por 2.000 kilómetros en el fondo marino, entre el punto más al noroeste de las islas hawaianas y la fosa de Kuril-Kamchatka (Pacífico noroccidental). Sus aguas ricas en nutrientes alimentan a una gran diversidad de especies. Y en las montañas, una gama de corales y esponjas dan refugio a innumerables especies de peces y de invertebrados.
  • La Dorsal de Walvis: Es una cordillera de montes submarinos que se extiende por unos 3.000 kilómetros frente a la costa del sudoeste de Namibia hasta la dorsal mesoatlántica (cordillera submarina que recorre el océano Atlántico). Está compuesta de varios tipos de fondos marinos e incluye muchas características de los fondos oceánicos profundos, junto con sus llanuras abisales, montes submarinos y guyots (montañas submarinas).
  • Mar de los Sargazos: Es el único mar en el mundo sin fronteras terrestres. Está geográficamente definido por cuatro corrientes del océano Atlántico en un área de alrededor de 1.100 kilómetros de ancho y 3.200 kilómetros de largo. Recibe el nombre de “selva dorada flotante de alta mar” por las algas de sargazo que flotan en su superficie y que son hábitat de un sinfín de especies, a la vez que absorben y almacenan carbono, y producen oxígeno.
  • Mar de Tasmania del Sur: Ubicado entre Australia y Nueva Zelanda, es un área diversa y dinámica que brinda sustento a una abundante vida marina. Además, es una importante área de reproducción y un corredor migratorio para un gran número de especies, incluidas especies en peligro como el albatros de las Antípodas, que suelen transitar por sus aguas.
  • La Ciudad Perdida: Se trata de un conjunto de 30 chimeneas hidrotermales situado en las laderas superiores del monte submarino macizo de Atlantis, en el océano Atlántico norte. El complejo de chimeneas se eleva 4.300 metros del fondo marino, con picos a 750 metros de profundidad. Se cree que las chimeneas de la Ciudad Perdida tienen más de 120 mil años.
  • Saya de Malha: Ubicado en el corazón del océano Índico, a medio camino entre las islas Seychelles y Mauricio, este paisaje marino único alberga la mayor comunidad de praderas submarinas del mundo. Es un raro ejemplo de pradera submarina en alta mar y el mayor banco oceánico sumergido del mundo, con más de 40.000 kilómetros cuadrados.


Preservar estas maravillas naturales mediante áreas marinas protegidas requiere la entrada en vigor del Tratado de Alta Mar.

Es hora de cuidar al océano como él cuida de nosotros.
 

Sobre el autor

Sara Zelaya

Retrato de Sara Zelaya

Sara Zelaya es hondureña y sénior de incidencia del Programa de Ecosistemas de AIDA, trabajando desde Tegucigalpa. Es egresada en biología de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Cuenta con una maestría en Gestión Ambiental de Sistemas Hídricos de la Universidad de Cantabria, España. Sara tiene amplia experiencia en conservación y uso sostenible del ambiente y los recursos naturales, con énfasis en el sector marino costero, tanto en organizaciones de la sociedad civil como en el sector público de Honduras. Fue profesora de ciencias ambientales y tiene experticia en la implementación de convenios internacionales para la protección de ecosistemas marinos y sus recursos.

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